«¡Hoooy hay plátano, hoooy hay paaapaya, hoooy hay ceeebolla, flooores, sí hay flooores,
flooores…!»
─Recuerdo a ese hombre cuando trabajé en la selva ─dijo el fantasma de John Jairo de la Cruz Mosquera. Tal vez fue la letra de la canción que lo obligó a esculcar en su memoria─…
El sábado pasado que celebré mi cumpleaños número 40, aparte de despertar abrazando la tasa del sanitario y vomitando bilis fluorescente sobre el frio baldosín del baño, también llegué a una conclusión importante…
Por ese insignificante título de señora, si se compara con la gravedad del asunto epistolar, fue que se molestó la destinataria cuando leyó su nombre impreso en el sobre membretado por la fiscalía…